Independientemente de la situación que estemos viviendo, tenemos la oportunidad de hacer que ella nos permita madurar, desarrollarnos y enriquecer nuestra vida.

Cuando nos paramos frente a las situaciones con la actitud correcta, hacemos que toda experiencia sea valiosa y facilite nuestra evolución.

Asumiendo una actitud adecuada, toda dificultad se transforma en un portal que nos transporta a otra dimensión donde percibimos que toda situación es perfecta para nuestra expansión de conciencia y que, frente a ella, sólo nos queda recibirla con gratitud y aceptación.

De esta manera, todo lo que experimentamos en la vida, aún con sufrimiento o sin buscarlo conscientemente, es un valiosísimo recurso para el enriquecimiento personal al permitirnos conocernos mejor, identificar quiénes estamos siendo frente a la dificultad y desarrollar recursos que estaban latentes y en potencia dentro nuestro.

Desde esta lógica, tomamos plena conciencia de que toda situación tiene el potencial de actuar como un despertador que nos permita ampliar el nivel de consciencia y profundizar en el auto conocimiento.

Cuando identificamos el poder que tienen nuestras creencias, opiniones y valores en el modo particular de ver una determinada situación y el impacto emocional que esa interpretación genera en nosotros, nos damos el permiso para cuestionar y desafiar toda la programación interna y abrirnos a nuevas posibilidades de ser, hacer y lograr.

En este sentido, los desafíos cotidianos y las contrariedades nos alientan a buscar otras interpretaciones y soluciones y, al hacerlo, nos enriquecemos. Cuando esto finalmente ocurre, hemos hecho que la situación haya valido la pena.