Generalmente, tanto lo que admiramos como lo que repudiamos o envidiamos de los demás habla más de nosotros mismos de lo que pensamos.
Estas vías, la de la admiración, el rechazo o la envidia, nos posibilitan a conocernos mejor y a poder hacernos cargo de lo que nos pasa.
Al reconocer que lo que muchas veces proyectamos en los demás son aspectos a aceptar de nosotros mismos (lo que Karl Jung llamaba nuestras sombras) nos posiciona en un lugar protagónico para tomar cartas en el asunto, ya sea para desarrollarlos o domesticarlos.
No se trata de mostrarnos parcialmente, dando a conocer solamente aquellos aspectos luminosos que pensamos que serán aceptados socialmente, ocultando nuestras sombras y aspectos no desarrollados. Se trata más bien de trabajar en nosotros para integrar nuestras luces con lo más oscuro de nuestro ser para así transformarnos en personas más auténticas y completas y vivir en armonía y paz con nosotros mismos y construir vínculos más profundos y saludables.
El coaching ontológico puede ayudarnos a reconocer nuestras luces y sombras para trabajar en su integración y de ese modo, sentirnos más a gusto con nosotros mismos y construir relaciones interpersonales más profundas y satisfactorias.